
El Liverpool está atravesando un bache de juego y resultados que ha transformado este curso en uno de los peores de la historia reciente del equipo británico. El conjunto red cosechó un resultado muy malo en la ida de los cuartos de final de la Champions League, un 3-1 en la capital de España que le pone muy cuesta arriba la eliminatoria pero que deja entrever unos problemas tácticos y en el juego muy serios que podrían contener consecuencias aún peores.
Si bien es cierto que el planteamiento del Real Madrid fue muy acertado y el partido de los pupilos de Zinedine Zidane muy bueno, el demérito del Liverpool fue notabilísimo en algunos tramos del encuentro, tanto en faceta defensiva como ofensiva.
Más allá de los errores individuales que cometieron algunos de los futbolistas de la defensa red, como fue el caso de Trent Alexander Arnold regalando el gol a Marco Asensio o Nathaniel Phillips en el primer tanto blanco, los errores tácticos y colectivos que llegaban desde el trabajo previo durante toda la semana y de la mano de Jürgen Klopp fueron los más reseñables.
Demasiadas concesiones
- El primer error táctico de Klopp fue el uso del doble pivote. Con la obsesión de proteger a su blanda pareja de zagueros (objetivo que finalmente no consiguió), el alemán colocó a un experto en el puesto de 5 como Fabinho y acercó a Wijnaldum a esa parcela defensiva que para nada le resultó cómoda. El holandés es un llegador, un box-tob-box, no un pivote defensivo. Fue uno menos durante todo el partido.
- La suplencia inentendible de Thiago Álcantara. Si el Liverpool tenía intención de tener el balón y generar peligro a través de él, el español era vital. Acabó señalando a Naby Keita que no estuvo mal pero que no tiene las cualidades que pedía el partido.
- La suplencia menos entendible aún de Roberto Firmino. Si el plan de partido pasaba por colocar centros laterales y buscar asociaciones en el área, que es lo que más se repitió durante los 90 minutos, la necesidad de contar con un delantero del estilo del brasileño es bestial. Puede jugar rápido a uno o dos toques, amenaza con rematar, es rápido en la toma de decisiones… Muy distante de lo que podía ofrecer Diogo Jota.
- Ausencia total de presión. El Liverpool esperaba en su campo las desbandadas del Real Madrid, sin ofrecer una presión alta que generase errores en su pareja de centrales suplentes y le otorgara ocasiones de gol. Pero además de eso, tampoco defendió en bloque bajo con las líneas juntos. A medio camino entre una cosa y otra.
- La falta de asfixia al cerebro del equipo contrario: Toni Kroos. Cuando el alemán recibía un balón tenía un mundo para pensar, y eso en jugadores de tanto nivel se acaba pagando muy pero que muy caro.
En definitiva, un cúmulo de errores individuales, de falta de trabajo colectivo, de concentración, de motivación o incluso de mala fortuna que podrían ser definitivos con las esperanzas de volver a ver una Champions League entrando en las vitrinas de Anfield dos temporadas después.